Extracto de: http://www.conexionbrando.com/1398795-cientificos
Hace poco, Cristina Fernández visitó el Instituto Leloir - fue el día que resbaló y se golpeó contra una reja- y, si al entrar levantó la mirada, habrá visto ella también el significante de la pancarta sobre el nombre del edificio, porque para eso estaba, para ser visto por todos y todas, y habrá hecho Cristina alguna de las dos lecturas posibles, porque Instituto Leloir + Ciencia de Pie, una imagen real que puede aplicarse metafóricamente a cualquier otro centro de ciencia del país, puede ser un diagnóstico o puede ser un reclamo, pero más bien puede ser las dos cosas.
En 2007, Néstor Kirchner cumplió lo que venía amagando hacia dentro de la estructura política científica y creó el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Al frente puso a un científico de carrera, Lino Barañao, que hasta entonces dirigía la Agencia Nacional para la Promoción Científica y Tecnológica, que había sido creada por Carlos Menem en 1996 como un intento de revertir la política científica de su primer período de gobierno, que tuvo su sinceramiento en 1994 cuando Domingo Cavallo mandó a los científicos "a lavar los platos". Los investigadores que vivieron aquellos años comparan la oscuridad de la época, salvando las distancias republicanas, con la intervención a las universidades nacionales en el gobierno de Onganía, en 1966. Para Diego Golombek, científico y al mismo tiempo uno de los grandes divulgadores de ciencia en Argentina, con la elevación a rango de ministerio en 2007, "la ciencia pasó a formar parte del discurso oficial ya no como declamación política -apoyar a la ciencia-, sino como política de Estado: apoyarse en la ciencia". De 2008 a 2010, el presupuesto que el Ministerio ejecuta para fomentar la investigación científica se duplicó hasta los 2100 millones de pesos y ha sido destinado a elevar el sueldo de los investigadores, a repatriar a científicos que trabajan en el exterior y a crear programas de financiamiento para ciencia básica y ciencia aplicada. El momento se transformará en monumento cuando quede inaugurado el nuevo edificio del Ministerio en el Polo Científico de las ex bodegas Giol. Como cuenta pendiente figura incrementar el presupuesto para financiamiento de la ciencia con recursos del Tesoro nacional. Cuando termine 2011, se habrá invertido en ciencia y tecnología el 0,52% del PBI, la mitad de lo que propone la Academia de Ciencias del Tercer Mundo como piso para dinamizar el desarrollo de países como el nuestro. Con todo, la situación es mejor que hace diez años, cuando la inversión del PBI en ciencia y tecnología era del 0,3%.
La revancha de la ciencia también es simbólica en el imaginario social. Desde que los mandaron a lavar los platos hasta hoy, hubo un cambio en la percepción ciudadana sobre la necesidad de tener científicos trabajando, al menos para que haya alguien que esté pensando el país de acá a cincuenta años, como alguna vez lo hicieron los premios Nobel Bernardo Houssay, Luis Leloir y César Milstein. Una muestra de la cercanía de la ciencia con el público general es Tecnópolis, la exposición de ciencia y tecnología que se realiza desde el mes pasado en Villa Martelli, predio en el que se levantará un museo permanente dedicado a la ciencia que se terminará de construir en mayo del año próximo. Una obviedad que hay que destacar para no repetir en la ciencia argentina discursos posesivos que se han apropiado de otros ámbitos en los últimos tiempos: Argentina produce científicos de excelencia desde hace más de 60 años, y si bien el momento es histórico por los presupuestos y la reivindicación de su rol político, también lo es por la concientización social de que un país sin ciencia es inviable. Luego hay que tener la visión de interpretar la demanda y convertirla en gestión de gobierno, pero si los movimientos son de abajo hacia arriba, el piso de exigencia de políticas científicas a todos los gobiernos futuros ya no será el mismo, aunque por supuesto que mañana todo puede volver a empeorar. Los científicos elegidos por Brando vienen haciendo ciencia en el país desde hace más de treinta años, trabajan en proyectos que han cambiado la ciencia básica y pueden modificar la vida cotidiana de la humanidad, aunque su principal objetivo sea crear conocimientos más allá de la aplicación de sus descubrimientos. Pero no son los únicos. Una crítica legítima que podemos recibir es que faltan nombres. Es esa observación la confirmación de nuestra hipótesis de la revancha de la ciencia: hay muchos más. Salgamos a buscarlos. La ciencia no produce noticias, produce historias. Estas son sólo algunas.
TExto completo, con fotos y entrevistas:
http://www.conexionbrando.com/1398795-cientificos
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