martes, 23 de agosto de 2011

Satélite Argentino

Ya funciona un instrumento clave del satélite argentino

18/08/11
PorLucas Cruzado
Córdoba. Corresponsalía 
Lo que ocurrió recién tiene la misma importancia que el lanzamiento de junio”, le dijo a Clarín –ya relajado– Daniel Caruso, jefe del proyecto SAC-D de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Es que ayer, ante la mirada de una comitiva de la NASA y en el Centro Teófilo Tabanera de Córdoba, el satélite argentino desplegó completamente el Aquarius, su instrumento más importante. Desarrollado en los Estados Unidos, es un radiómetro y escaterómetro integrados que servirá para medir la salinidad de los océanos y la humedad del suelo. Pieza clave para ejecutar una de las misiones principales del SAC-D.
“El procedimiento de hoy (por ayer) duró alrededor de 3 minutos y comenzó con el desprendimiento del plato –explicó a este diario, único medio presente en la estación terrena, Marcelo Oglietti, jefe de misión del SAC-D Aquarius–.
El brazo extensor tiene alrededor de un metro y medio y pesa unos veinte kilos.
En la punta se encuentra el reflector que recibe la información. De esta forma, se concluye con la etapa de despliegue de los instrumentos” .
Junto a Oglietti y compartiendo la misma sonrisa del deber cumplido, se encontraba Gary Lagerloef, investigador principal del Aquarius de NASA: “Lo de hoy demuestra el trabajo en equipo entre Estados Unidos y Argentina. Hace tiempo que venimos trabajando los dos equipos técnicos con una excelente sincronización. Somos un poco más que una sociedad: hemos estrechado lazos de amistad”, contó Lagerloef.
–¿Qué significa para la NASA el SAC-D? –Es de muchísima importancia. La información que se recabará será entrecruzada y compartida por varios países. Aportará claridad en cuestiones científicas que son fundamentales para mejorar nuestros datos de ciencia.
La pasada en la que el SAC-D Aquarius quedó “listo” para la observación del océano, el clima y el medio ambiente, ocurrió a las 11.45, en el polo norte, y a unos 657 kilómetros de distancia de la Tierra. “Todos los comandos y funciones se activan desde aquí”, apuntó el Oglietti, el jefe de la misión.
La central cordobesa de la CONAE, se encuentra en la localidad de Falda del Carmen, a unos 30 kilómetros de esta Capital y es la encargada de monitorear cada centímetro que el satélite recorre en el espacio. Para esto, cuenta con el apoyo de 5 bases más repartidas en el resto del mundo.
Desde su lanzamiento, el satélite no pudo generar datos útiles correspondientes a su misión principal ya que la primera etapa consistió en registrar minuto a minuto el instrumental: “Fue un chequeo de ingeniería constante. Todo está bárbaro, estamos muy contentos”, sintetizó Oglietti.
El SAC-D se encuentra unos 500 metros por encima de su órbita.
A partir de ayer al mediodía y hasta dentro de 15 días, se realizarán tareas de mantenimiento en el Aquarius.
Una vez que todos sus componentes queden encendidos, el satélite será removido hasta su órbita definitiva y quedará activado en “modo ciencia”. Es decir, comenzará a recabar información respecto de los océanos y climas, motivo por el cual fue enviado al espacio el pasado 10 de junio.

Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/funciona-instrumento-clave-satelite-argentino_0_538146257.html

sábado, 20 de agosto de 2011

Científicos argentinos de pie: la evolución de la investigación en los últimos años

Extracto de: http://www.conexionbrando.com/1398795-cientificos

Hace poco, Cristina Fernández visitó el Instituto Leloir - fue el día que resbaló y se golpeó contra una reja- y, si al entrar levantó la mirada, habrá visto ella también el significante de la pancarta sobre el nombre del edificio, porque para eso estaba, para ser visto por todos y todas, y habrá hecho Cristina alguna de las dos lecturas posibles, porque Instituto Leloir + Ciencia de Pie, una imagen real que puede aplicarse metafóricamente a cualquier otro centro de ciencia del país, puede ser un diagnóstico o puede ser un reclamo, pero más bien puede ser las dos cosas.

En 2007, Néstor Kirchner cumplió lo que venía amagando hacia dentro de la estructura política científica y creó el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Al frente puso a un científico de carrera, Lino Barañao, que hasta entonces dirigía la Agencia Nacional para la Promoción Científica y Tecnológica, que había sido creada por Carlos Menem en 1996 como un intento de revertir la política científica de su primer período de gobierno, que tuvo su sinceramiento en 1994 cuando Domingo Cavallo mandó a los científicos "a lavar los platos". Los investigadores que vivieron aquellos años comparan la oscuridad de la época, salvando las distancias republicanas, con la intervención a las universidades nacionales en el gobierno de Onganía, en 1966. Para Diego Golombek, científico y al mismo tiempo uno de los grandes divulgadores de ciencia en Argentina, con la elevación a rango de ministerio en 2007, "la ciencia pasó a formar parte del discurso oficial ya no como declamación política -apoyar a la ciencia-, sino como política de Estado: apoyarse en la ciencia". De 2008 a 2010, el presupuesto que el Ministerio ejecuta para fomentar la investigación científica se duplicó hasta los 2100 millones de pesos y ha sido destinado a elevar el sueldo de los investigadores, a repatriar a científicos que trabajan en el exterior y a crear programas de financiamiento para ciencia básica y ciencia aplicada. El momento se transformará en monumento cuando quede inaugurado el nuevo edificio del Ministerio en el Polo Científico de las ex bodegas Giol. Como cuenta pendiente figura incrementar el presupuesto para financiamiento de la ciencia con recursos del Tesoro nacional. Cuando termine 2011, se habrá invertido en ciencia y tecnología el 0,52% del PBI, la mitad de lo que propone la Academia de Ciencias del Tercer Mundo como piso para dinamizar el desarrollo de países como el nuestro. Con todo, la situación es mejor que hace diez años, cuando la inversión del PBI en ciencia y tecnología era del 0,3%.

La revancha de la ciencia también es simbólica en el imaginario social. Desde que los mandaron a lavar los platos hasta hoy, hubo un cambio en la percepción ciudadana sobre la necesidad de tener científicos trabajando, al menos para que haya alguien que esté pensando el país de acá a cincuenta años, como alguna vez lo hicieron los premios Nobel Bernardo Houssay, Luis Leloir y César Milstein. Una muestra de la cercanía de la ciencia con el público general es Tecnópolis, la exposición de ciencia y tecnología que se realiza desde el mes pasado en Villa Martelli, predio en el que se levantará un museo permanente dedicado a la ciencia que se terminará de construir en mayo del año próximo. Una obviedad que hay que destacar para no repetir en la ciencia argentina discursos posesivos que se han apropiado de otros ámbitos en los últimos tiempos: Argentina produce científicos de excelencia desde hace más de 60 años, y si bien el momento es histórico por los presupuestos y la reivindicación de su rol político, también lo es por la concientización social de que un país sin ciencia es inviable. Luego hay que tener la visión de interpretar la demanda y convertirla en gestión de gobierno, pero si los movimientos son de abajo hacia arriba, el piso de exigencia de políticas científicas a todos los gobiernos futuros ya no será el mismo, aunque por supuesto que mañana todo puede volver a empeorar. Los científicos elegidos por Brando vienen haciendo ciencia en el país desde hace más de treinta años, trabajan en proyectos que han cambiado la ciencia básica y pueden modificar la vida cotidiana de la humanidad, aunque su principal objetivo sea crear conocimientos más allá de la aplicación de sus descubrimientos. Pero no son los únicos. Una crítica legítima que podemos recibir es que faltan nombres. Es esa observación la confirmación de nuestra hipótesis de la revancha de la ciencia: hay muchos más. Salgamos a buscarlos. La ciencia no produce noticias, produce historias. Estas son sólo algunas.

TExto completo, con fotos y entrevistas:
http://www.conexionbrando.com/1398795-cientificos

jueves, 11 de agosto de 2011

Proyectos de Ley creados en las Universidades

Acontecimiento que puede ser clave en el desarrollo

 

Con la legislatura en la academia

La rectora de la UNLa, Ana Jaramillo, con apoyo de otras casas de estudios, impulsa la iniciativa para vincular la producción académica con “soluciones concretas para problemas de la sociedad”.
Una nueva forma de participación ciudadana: la posibilidad de que las universidades nacionales puedan elevar proyectos de ley al Congreso en forma directa. La idea es promovida por la rectora de la Universidad Nacional de Lanús, Ana Jaramillo, y ya hay quince universidades que adhirieron a la propuesta. “Las investigaciones de los docentes universitarios muchas veces terminan en papers, o en congresos, en vez de producir de modo interdisciplinario soluciones concretas para los problemas de la sociedad”, explicó Jaramillo a este diario.

–¿Por qué las universidades deberían tener iniciativa legislativa?

–Las universidades son representativas de la sociedad. Sus autoridades son elegidas por la comunidad universitaria y representan a estudiantes, docentes, investigadores y no docentes. Además, están financiadas por la propia sociedad. De modo que sería pertinente que ellas respondieran a las problemáticas nacionales. Esta propuesta ampliaría las formas de participación ciudadana, y a la vez es un llamado a los académicos a comprometerse, a contribuir en la definición de las políticas públicas que busquen un desarrollo nacional con inclusión.

–¿Cómo se plantea llevar adelante la propuesta?

–La idea es que llegue a Diputados o al Senado, para que tomen la iniciativa, la analicen, y pueda tratarse. Esto no va en desmedro de ellos, no es para sustituirlos, todo lo contrario. El legislador estaría mucho más acompañado por una densidad académica que podría enriquecer su trabajo. Además, siempre contarán con su decisión de apoyo o no a las propuestas que se hicieran desde las universidades.

–¿Qué impacto puede tener en la universidad la aprobación de un proyecto así?

–La enseñanza y la investigación cobrarían otro sentido, porque definirían proyectos que buscan soluciones concretas. Y es una manera, también, de que los jóvenes sepan que cualquier transformación pasa siempre por un proceso de consenso. Es una forma de educar en democracia. Además, reuniría a las universidades entre sí. Podríamos abordar los temas interdisciplinariamente. De hecho, ya hay quince universidades que adhirieron a este proyecto, entre ellas están UBA, la de Luján, la del Centro de la Provincia de Buenos Aires, la Jauretche, la UTN, la de Quilmes...

–Si se aprobara la iniciativa, ¿cómo sería el procedimiento para que después las universidades eleven proyectos de ley?

–El trabajo tendría el mismo procedimiento que el de cualquier otra participación ciudadana, que está contemplada en el artículo 39 de la Constitución Nacional, donde se otorga, con sus restricciones, la iniciativa de ley a todos los ciudadanos. Nosotros queremos agregarle una nueva forma, otra modalidad de participación en las políticas públicas desde las universidades. Es un privilegio y un derecho, pero sobre todo es una responsabilidad social, porque busca comprometer a los investigadores a garantizar la defensa de los intereses nacionales.
El año pasado, a través de un documento emitido por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), las universidades públicas manifestaron su voluntad de participar en la definición de las políticas públicas que apunten al bien común del país y, de esta forma, comprometerse a contribuir concretamente al mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad argentina. “Esta propuesta tiene que ver con el desarrollo del país que queremos –dijo Jaramillo–. Cuando se habla de darle un valor agregado a la producción, creo que esto también va en ese sentido. Queremos instalar un modelo industrializador, y para eso contamos con más de cien mil científicos trabajando en las universidades.”

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-174072-2011-08-09.html